Amor por los caballos
Su sonrisa era lo que le levantaba de la cama por las mañanas. Ella también quería a su padre, pero su corazón también pertenecía a otra cosa. Le cautivaba la gracia de los caballos. Pasaba incontables horas leyendo libros de caballos, dibujando caballos y soñando con caballos. El día que Edward le compró a Isabella su propio caballo fue, según sus palabras, “el mejor día de mi vida”
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