Responsabilidades
Así, Isabella había asumido las obligaciones de alimentar, acicalar y asegurar a Epona al final de cada jornada. Pero un día un simple error trastocó sus vidas por completo. Edward se despertó con los gemidos apagados de su hija. Encontró a Isabella acurrucada en su cama, con el cuerpo tembloroso mientras lloraba enérgicamente. “Ha ocurrido algo terrible”, gritó Isabella…
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