Ojos enrojecidos
Su corazón se contrajo al ver sus ojos enrojecidos y sus mejillas sonrojadas. Se parecía tanto a su madre cuando estaba triste; fue como un puñetazo en las tripas. “¿Qué te pasa, cariño?”, consiguió decir, con la voz áspera por el sueño y la repentina ansiedad. “Epona… se ha… se ha ido”, balbuceó entre sollozos, con sus pequeñas manos agarrándose desesperadamente a la manga del pijama…
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