La pregunta
El calor de la esperanza recorrió su cuerpo, pero luego se desvaneció cuando un pensamiento repentino pasó por su mente. “Pero, ¿dónde están ahora mis bebés, señor Thomas?”, preguntó con la voz temblorosa por la urgencia. Lo observó atentamente y no le gustó lo que vio. Su expresión se volvió sombría y apartó la mirada. Abrió la boca para decir algo, pero vaciló. A Elizabeth se le paró el corazón, no podía esperar más.
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