Control de animales
El repentino cuelgue aumentó sus sospechas. El veterinario, con mirada perpleja, dijo: “Algo no va bien” Joseph asintió con la cabeza. “Tenemos que avisar a control de animales”, decidieron. Ambos marcaron el número con la esperanza de que la llamada arrojara algo de luz sobre la tienda y la extraña criatura que esperaba en la consulta del veterinario.
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