Sentada
Miranda tomó asiento frente al notario con impaciencia y no tardó en exigirle algo. “Basta de cumplidos; dígame lo que he heredado”, exigió apresuradamente. Miranda empezó a golpear el escritorio con los dedos para añadir tensión. Pero el notario no se inmutó ante su impaciencia. Se aclaró la garganta y empezó…
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