En el pasillo
Al abrir la chirriante puerta, sus ojos se fijaron inmediatamente en una carta descolorida que yacía sobre una vieja y polvorienta mesa del vestíbulo. Era el único mueble que había, así que era difícil no verla. Miranda se acercó a la mesa y cogió la carta. “A mi querida esposa”, decía.
Page 19 of 50