Segunda instrucción
Con las cenizas de la foto aún calientes, Miranda aferró con fuerza la lista. “Ve al dormitorio y rompe las cartas”, le exigió fríamente la siguiente instrucción. Desconcertada, subió la escalera chirriante, decidida a encontrar las cartas. Estaba ansiosa por cumplir esta segunda instrucción, creyendo que era necesario para que su herencia se hiciera realidad.
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