La artillería pesada
Desobedecer una orden directa de la policía era una falta menor. Una que el ambicioso oficial Miller no podía dejar pasar. Así que el uniformado se subió a su coche policial y siguió al infractor de tráfico. Era hora de encender las sirenas de la policía y obligar a este coche a detenerse, pensó Miller.
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