Sin respuesta
“¿Quién es usted?”, acabó soltando. La persona, sin embargo, no tenía ninguna intención de responder a esa pregunta y se limitó a presionarle para que se acercara cuanto antes. Las preguntas comenzaron a formarse dentro de la cabeza de Edward. “¿Por qué quieres hablar conmigo? ¿Por qué no podemos hablar aquí?” Pero seguía sin obtener respuesta.
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