No sabía nada
Después de deliberar, Edward finalmente se sentó. Agarrando el diario con fuerza, preguntó quién era la persona, qué era este lugar y por qué tenía que venir aquí. “Así que no sabes nada”, respondió la persona con una sonrisa burlona en la cara. Lo siguiente que salió de su boca sorprendería a Edward hasta la médula.
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