Desenredar
Y entonces se produjo el milagro. Inspirado por la valentía de Carl, el planeador también entró en acción. Alargó la mano hacia arriba, para llegar a las manos de su rescatador. Pero los cabos seguían bastante enredados. Y ambos estuvieron de acuerdo en que primero había que arreglarlas. Empezaron a retorcerse y a girar juntos.
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