Gritos de felicidad
Pero no era un grito de desesperación. Era un grito de felicidad. Porque cuando el equipo de rescate miró delante de ellos, vio que Carl se acercaba. Parecía agotado. Pero consiguió hacer lo imposible. Porque en su espalda llevaba al parapentista herido. “Llévenlo a un hospital. Necesita atención médica”
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