Encerrada en su lugar
Por desgracia para ella, esta falsa sensación de seguridad duró poco. Justo después de cruzar la puerta, la mano del decidido guardia de seguridad la agarró por el antebrazo y la inmovilizó. Marcus sabía que no iba a escapar. Entrar en algún edificio no iba a detenerle esta vez.
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