En el marco
Los cuadros eran impresionantes, pero no fue esa la razón por la que se asomó al interior. Por suerte para él, no tuvo que esperar mucho. El sonido de su mujer y el hombre misterioso se hizo más fuerte hasta que acabaron entrando en el marco. Se plantaron en la sala de pinturas y, frente a la cristalera, volvieron a abrazarse.
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