Llamando a Emma
Richard oyó a Emma caminar por el pasillo junto a su despacho y decidió preguntarle por este extraño descubrimiento. Tal vez ella pudiera arrojar algo de luz “Cariño, ¿podrías venir aquí, por favor?”, le suplicó. Le presentó el problema con calma y le preguntó a su mujer si sabía algo más al respecto.
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