Sólo una fantasía
Marian, agotada, se sentó en su asiento del metro. Estaba contenta de haberlo conseguido. Ahora estaba lista para relajarse. Sentarse en casa con una taza de té caliente. Por desgracia para ella, esta fantasía tuvo que esperar. Porque en cuanto se sentó, oyó una voz familiar que venía de la izquierda.
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