Castigo
Con la compra en la mano y la cabeza agachada, Marian se dio la vuelta y empezó a caminar hacia su casa. Su paseo de 500 metros se había convertido en una caminata de 15 minutos después de todo el alboroto. Ese fue su castigo por ser una entrometida y bajarse dos paradas de tren antes de lo previsto para espiar a alguien.
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