Sirenas
Fue como si se quitara un gran peso de encima. Grace respiró hondo varias veces y se sintió orgullosa. “Lo has conseguido, chica”, se dijo a sí misma. Lo único que tenía que hacer era sentarse y esperar a que llegara la policía. Cuando oyó las sirenas, se dio cuenta de que los hombres de la cabaña también podían hacerlo.
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