Nervios
Se puso en marcha, apretando el volante con las manos y pisando a fondo el acelerador. Como sólo podía ver a los ladrones a través de los prismáticos, podía afirmar con seguridad que no se habían percatado de su presencia. Aun así, Otis se sintió nervioso. Estaba siguiendo a una docena de delincuentes, sin saber adónde le llevarían.
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