Alucinando
La policía siguió el dedo señalador del doctor Miller y se acercó a Brain. “Señor, cálmese. No le haremos daño”, dijo un agente. Calmarse era más fácil de decir que de hacer para Brian, que poco a poco se iba volviendo loco con toda la escena. Pero las cosas se pusieron aún más extrañas cuando una puerta se abrió por segunda vez.
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