Alivio
“Por favor. Por favor, que salga bien”, se repetía a sí misma. Por experiencia, sabía que el parto de un caballo no suele durar mucho, y cuando se dio cuenta de que iba bien, una amplia sonrisa apareció en su cara. Treinta minutos más tarde, la yegua había dado a luz y, a primera vista, todo parecía ir bien.
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