Llamas por todas partes
Las llamas salían por las ventanas rotas, y ya podían oír las sirenas de los bomberos que llegaban. “Juez, fue horrible. Era la casa en la que crecimos. Pero lo peor estaba por llegar”, afirma Carla. Inmediatamente cogieron sus teléfonos y empezaron a llamar a Megan y a su madre.
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