La sentencia
Y fue entonces cuando la frase más inesperada de todo el juicio salió de la boca de la joven. Megan dio dos golpecitos al micrófono que tenía delante para comprobar si todos podían oír las palabras que había elegido cuidadosamente. Y fue entonces cuando pronunció la siguiente frase: “¡Señoría, mi madre no está muerta!”
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