¿Será verdad?
Decepcionada de que su búsqueda en Internet no condujera a nada, la atención de Bertha fue captada por los jadeos y sonidos de sorpresa que emitía el veterinario. Volvió a su lado y miró el portátil en el que estaba hojeando el documento. “¡Vaya! ¿Esto es real?”, exclamó. Se miraron el uno al otro, sin dar crédito a tan increíble hallazgo.
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