La subasta
“A la una, a las dos, ¡vendido!” Oyó Oliver cuando entró en la sala. Su corazón se hundió por el suelo al ver que el cuadro se vendía ante sus ojos, en los que se formaron lágrimas. Con la vista borrosa, Oliver miró alrededor de la habitación, intentando averiguar quién era el nuevo propietario. ¡Estaba tan cerca!
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