Al coche
Bob cogió el bolso de la chica y devolvió los zapatos a su dueña. “Vamos a llevarte a casa”, le dijo a la chica. Cuando empujó la puerta para abrirla, el viento casi la arranca de sus goznes, así que se alegró de volver al coche. Sin saberlo, su día estaba a punto de dar un giro drástico.
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