Almacén
Marco no sabía que eso era precisamente lo que quería la policía. Mientras se dirigía al almacén, un nutrido grupo de policías, entre los que se encontraban Edgar y el dueño del motel, observaban desde una distancia segura, ocultos y listos para atacar. Edgar no pudo evitar sentir una oleada de adrenalina; era un hombre corriente atrapado en una situación extraordinaria.
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