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Desapareciendo

Janine estaba conmocionada, y toda esperanza se desvanecía de su cuerpo. Temerosa por su seguridad y la de su hijo nonato, obedeció en silencio. “Dame las llaves. Nos llevaré a un lugar seguro”, le dijo. Y así, Janine se sentó en su propio coche junto a un hombre buscado. Sin saber adónde iba.
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