Rostro familiar
Y fue entonces cuando una cara conocida entró en la charcutería donde trabajaba Howard. Al principio, no la reconoció porque Howard estaba demasiado ocupado atendiendo a sus clientes habituales. Pero cuando ella se acercó, los ojos del trabajador de la charcutería se agrandaron. Era Abigail, y la anciana miró a Howard sonriendo.
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