¡Un grito!
En ese momento, los ojos de Lilly eran al menos tan grandes como los de su hijo. La pobre mujer soltó un grito que esta vez emanaba miedo. Lilly inmediatamente quiso huir lo más rápido posible, cerrando la puerta tras de sí y poniéndose a salvo. ¡Porque lo que vio no pertenecía allí!
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