Silencioso como un ratón
Con su vecino esperando nervioso fuera, David y Amber se colaron escaleras arriba. La última vez se apresuraron, pero esta vez se aseguraron de ser tan silenciosos como un ratón. Y funcionó, porque aunque ni siquiera escucharon sus propios pasos, sí oyeron al individuo que seguía caminando por el ático. Empujaron lentamente la puerta del desván para abrirla y David vio inmediatamente la ventana cerrada. Eso significaba que el intruso seguía dentro…
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