No es asunto tuyo
Mientras las lágrimas corrían por su mejilla, se agachó y extendió los brazos, lo que hizo que el gato corriera hacia la misteriosa chica y saltara sobre su regazo. La chica acarició al gato, esperando que desbaratara la pregunta de la pareja. Pero David estaba decidido. “¿Quiénes sois? ¿Y qué hacéis aquí?” Preguntó. “Eso no es asunto suyo, señor”, respondió la chica. Pero entonces, de la nada, la verdad se reveló cuando…
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