No cerrado
Lo que añadía aún más tensión y confusión era que la puerta principal no estaba cerrada con llave. Carl apoyó la mano en ella de pura decepción cuando la puerta se abrió de golpe. El pobre Carl casi se da de bruces contra la entrada de la tienda, pero recuperó la compostura en el último segundo. El allanamiento de morada era ilegal, pero ambos coincidieron en que la situación de Carl les permitía echar un vistazo rápido. Y rápidamente descubrieron que la tienda no estaba vacía…
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