Ring-ring-ring…
Le preguntó qué número utilizaba la vecina para ponerse en contacto con los exterminadores. Ella buscó en su teléfono y le presentó a Carl el número de teléfono de la taimada empresa, y Carl no perdió el tiempo tras recibirlo. Marcó el número en su propio aparato y oyó sonar el teléfono. Pasó algo más de un minuto sonando sin que nadie contestara. Pero entonces, por fin, la trampa dio sus frutos. La empresa exterminadora contestó y todos escucharon.
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