Echando leña al fuego
Carl escuchó atentamente, esperando reconocer la voz al otro lado del teléfono como la del mismo hombre que le había vendido el árbol. Sin embargo, la voz era diferente, lo que sugería que el vendedor de árboles probablemente tenía un cómplice. A pesar de ello, Carl seguía decidido a desentrañar el misterio y encontrar una forma de ayudarse a sí mismo y a su vecina. “Ya había sufrido bastante, y su tristeza no hizo más que alimentar mi determinación”, dijo Carl más tarde en una entrevista.
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