Gestos salvajes
Allison oyó al asustado veterinario hablar consigo mismo. Era lo suficientemente bajo como para que ella no pudiera escuchar, pero lo suficientemente alto como para causar aún más tensión. Al final, dijo que necesitaba hacer una llamada rápida. “Un momento”, fue lo último que dijo antes de entrar en una habitación contigua. Allison vio al veterinario moverse detrás de la puerta de cristal. Hablaba frenéticamente por teléfono, haciendo gestos salvajes con las manos.
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