Anochecer
A medida que avanzaba el día, Donna no podía dejar de vigilar el misterioso coche. Permanecía en el mismo sitio y no se movía en absoluto. Esto la inquietaba, pues no sabía cómo manejar la situación. Pasaron las horas y, al caer la noche, el coche se marchó de repente. Al instante, Donna se sintió lo bastante segura como para irse a dormir, sin saber que la situación distaba mucho de haber terminado.
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