Esperando con impaciencia
Todos dijeron: “Sí, jefe”, y empezaron a desembalar micrófonos, soportes de cámara y toneladas de otros equipos. En un santiamén, la cabina del Sr. Thompson se transformó en un pequeño estudio, listo para entrevistar al hombre del momento. Ninguno de los espectadores, incluido el propio Sr. Thompson, sabía de qué se trataba, pero lo cierto es que resultaba emocionante. El personal del restaurante y los visitantes miraban con expectación mientras se realizaban las últimas comprobaciones del micrófono.
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