Su permiso silencioso
El dueño de la cafetería no dijo ni una sola palabra y se limitó a contemplar la situación con orgullo. “No entendía lo que estaba pasando. Pero me alegré de que el periodista hiciera callar a los matones durante un rato”, declaró después Sarah. La joven camarera sintió que su jefe quería que el equipo de noticias estuviera allí, así que eso le dio confianza. Vio cómo el periodista empezaba la entrevista con algunas preguntas básicas…
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