Señalando
George lo vio primero, y aunque tenía una idea aproximada de lo que veía, necesitaba la opinión del angustiado científico para comprobarlo. Puso la mano en el hombro del hombre y señaló hacia un hueco en la masa de hielo. Lucas levantó la vista y empezó a gritar al instante. “¡Dios mío!”
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