De la felicidad a la confusión
El momento en que Harold volvió a salir del agujero fue casi de éxtasis. La gente quería aplaudir como si hubiera conseguido algún gran logro. Pero cuando vieron la expresión de la cara de Harold, toda la felicidad pareció desvanecerse. Harold tenía la cara blanca y pálida y salió del sumidero sin emoción. Era como si acabara de ver un fantasma. Sus primeras palabras fueron: “¡Aléjense de esta cosa, todos ustedes!”
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