Siguiendo sus instrucciones
Harold, que caminaba al frente del grupo, hizo señas al pelotón para que se moviera lo más silenciosamente posible a partir de este punto. Lo último que querían era alertar a aquellos criminales de su presencia. Los policías escucharon atentamente las instrucciones de Harold y sólo utilizaron las puntas de los pies para avanzar. A lo lejos se oyeron voces que indicaban que los criminales seguían presentes en la mina.
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