Verlos bien
El parto fue duro pero mereció la pena. La madre, agotada, se tumbó en la cama del hospital y, cuando descansó un poco, llegó el momento de ver bien a las niñas. Le preguntó al médico que ayudó en el parto si podía verlas. El encantador hombre accedió y colocó a las dos niñas sobre el vientre de Judith. Fue un momento especial, más aún cuando una joven pareja entró en la habitación.
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