Ven aquí
Judith no tuvo más remedio que acceder a la petición del doctor Matthew. “Subiré ahora mismo a mi coche y conduciré en su dirección”, declaró. El doctor le dio las gracias y le dijo que esperaría su llegada. Judith no esperó más, cogió las llaves y se puso el primer abrigo que encontró. Con el pie en el acelerador, corrió hacia el hospital donde, con suerte, la esperaban respuestas.
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