Alborotando
Después de colocar a Sadie en su cálida cama para perros, la decidida trabajadora del Refugio cogió los expedientes del cachorro y los colocó sobre su escritorio. Kate se lamió el pulgar y hojeó cada documento por separado, y cuanto más leía, más se le agrandaban los ojos. “Esto no puede estar pasando, ¿verdad? Tengo que llamarlos” Kate no lo dudó ni un segundo y descolgó el teléfono para llamar a los antiguos propietarios. El teléfono sonó…
Page 15 of 60