Asustarse
Los callejones estaban húmedos y sucios, como una escena de una mala película de terror de los años ochenta. ¿Qué demonios necesita un perro de cuatro meses de un lugar así? Las ventanas crujían y el viento aullaba a través del largo y estrecho pasillo. Cada hueso del cuerpo de la joven le gritaba que diera media vuelta. Pero, de algún modo, Kate siguió caminando y, de repente, olió algo…
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