Llevar la ropa equivocada
Becky volvió a acelerar el paso. En este punto, ella estaba casi trotando, que parecía torpe a la gente que pasaba. Llevaba un abrigo de invierno y dos pesadas bolsas de cuero llenas de traqueteo en las manos. No iba precisamente vestida para hacer ejercicio, pero a Becky le daba igual. Añoraba el entorno seguro de su casa y quería dejar al hombre intruso en el retrovisor.
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