Invadida por el miedo
A Becky le dio un vuelco el corazón, y no en el buen sentido, porque de repente volvió a mirar a los ojos del extraño hombre. No se había ido, sino que había subido a su apartamento de alguna manera. Becky se quedó paralizada sin saber cómo reaccionar. Se debatía entre gritar a pleno pulmón o dar un portazo tan rápido como pudiera. El miedo se apoderó de ella.
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