Metro abarrotado
El metro estaba abarrotado de gente, como solía estarlo a esa hora del día. Pero a Becky no le importaba. Se quedó en la esquina más alejada del vagón y se dedicó a sus propios asuntos. Eso era lo que hacía la mayoría de la gente en el metro. La cansada Becky vio a hombres y mujeres pegados a sus teléfonos, y a otros mirando por la ventana. Pero entonces sus ojos se posaron en un hombre singular del fondo.
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